WMN meets OAXACA
During our trip to Mexico, we visited the city of Oaxaca, well known for its textiles, ceramics and leather goods. One of the city's more significant attributes is the diversity of its printmaking, as evidenced by the endless workshops that embody a strong critical approach.
In this southwestern state, there is a profound sense of fighting in the streets, an identity that began in 2006 with the Oaxaca Commune, which was initially led by a series of teachers' strikes that questioned the Mexican political system. This movement was inspired, firstly, by the indigenous communities and their search for consensus in decision-making, as well as by important revolutionary movements around the world where class identity and the defence of the rights of the oppressed were fundamental, such as the Paris Commune of 1871 or, more geographically related, the Zapatista insurrection of 1994. This Oaxacan rebellion was strongly shaped by the intervention of graphic artists, who used their creative tools to fight.
Today, Oaxaca is an eclectic city where we can find a wide range of graphic and mural representations, whose unique personality has turned it into an oasis of citizen empowerment. Fascinated by this creative and political force, we met several artists who live and work in this city; female figures whose testimony broadened our vision and knowledge of how art allowed them to vindicate their rights and fight against the corruption of the institutions. Street art and the interventions of urban spaces are on the usual agenda and serve to reinforce the social network, create collectivities and unite to shape the iconography of the town and its people.
As an example, we present the non-profit organisation pocoapoco, dedicated to experimentation, education and relationship through artistic, cultural and social practices. With a focus on cross-cultural and interdisciplinary exchange, they work to engender, strengthen and connect initiatives and activities that promote collective reflection, knowledge and social movement.
The interest in ancestral and local techniques is strongly reflected in t.e.x.e.r.e., a cultural space that through communal looms, a residency house and a raw materials shop, works to create alliances between textile makers from all over the world.
Finally, and alluding to the importance of rediscovering traditional craftsmanship and materials, we come across the Casa Wabi Foundation (Puerto Escondido), created in 2014 at the initiative of Mexican artist Bosco Sodi as a residency programme, which over time has added other activities such as a clay workshop, a workshop and film screenings, a year-long exhibition programme, a library and direct links with educational institutions and the local population. The place was designed by the Japanese architect Tadao Ando, winner of the Pritzker Prize in 1995.
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ESP
Durante nuestra visita a México nos adentramos en la ciudad de Oaxaca, muy conocida por su variedad de artesanías textiles, cerámicas y marroquinería. Otra de las grandes particularidades de la ciudad es la dimension y diversidad en la estampación y el grabado, siendo ejemplo de ello la cantidad infinita de talleres que albergan un planteamiento crítico con el sistema.
Y es que en este estado del suroeste del país, existe una profunda identidad de lucha en sus calles que aparece a partir del año 2006, con la Comuna de Oaxaca, protagonizada en sus inicios por una serie de huelgas de maestros que cuestionaban el sistema político mexicano. Esta lucha se inspira, por un lado, en las comunidades indígenas y su búsqueda de consenso en la toma de decisiones, así como en importantes movimientos revolucionarios mundiales en los que la identidad de clase y la defensa de derechos de los oprimidos era fundamental, como en la Comuna de París de 1871 o, de mayor cercanía geográfica, la insurreccción zapatista de 1994. La insurrección de Oaxaca estuvo fuertemente marcada por la intervención de artistas gráficos, que se valieron de sus herramientas creativas para luchar.
Hoy, se trata de una ciudad ecléctica en la que poder encontrar todo tipo de representaciones gráficas y muralísticas, cuya personalidad única la ha convertido en un oasis de empoderamiento ciudadano. Fascinadas por dicha fuerza creativa y política, nos encontramos con varias artistas que residen y realizan su labor artística en esta ciudad; figuras femeninas cuyo testimonio amplía nuestra visión y conocimiento sobre cómo el arte les sirvió para reivindicar sus derechos y luchar contra la corrupción de las instituciones. Las pintadas callejeras y la intervención en el espacio urbano se encuentran a la orden del día y sirven para reforzar el tejido social, crear colectividades y unirse para conformar parte de la iconografía de la ciudad y sus gentes.
La intensidad cultural de Oaxaca se manifiesta en diferentes aspectos, como la existencia de varias residencias artísticas de diferente naturaleza que promueven el intercambio cultural y creativo de personas que se encuentren de viaje y les interese realizar proyectos en relación al contexto autóctono.
Como ejemplo, compartimos la organización sin fines de lucro pocoapoco, dedicada a la experimentación, la educación y la relación a través de prácticas artísticas, culturales y sociales. Con un enfoque en el intercambio transcultural e interdisciplinario, trabajan para generar, fortalecer y conectar iniciativas y prácticas que promuevan la reflexión colectiva, el conocimiento y el movimiento social.
El interés por técnicas ancestrales y relacionadas con la cultural local se ve claramente reflejado en t.e.x.e.r.e, un espacio cultural, que a través de telares comunales, una casa de residencias y una tienda de materias primas, trabaja para crear alianzas entre textileras de todo el mundo.
Por último, y haciendo alusión a la importancia hacia la recuperación de las labores y materias tradicionales, nos topamos con la Fundación Casa Wabi, creada en el 2014 por iniciativa del artista mexicano Bosco Sodi como un programa de residencias y, que con el tiempo, se han ido sumando otras actividades como un taller de barro, taller y proyecciones de cine, programa de exhibiciones por un año, una biblioteca móvil y el vínculo directo con instituciones educativas y con la población local. El lugar fue diseñado por al arquitecto japonés Tadao Ando, ganador del premio Pritzker en 1995.